Sumario de este número
Carta del Director
Fragmento de ‘Phariseism’, de Travers Herford
Artes y Espectáculos
Helen Frankenthaler en el Guggenheim de Bilbao / Santiago Raigorodsky
‘El Libro de Ester en la época de Rembrandt’ en el Museo Judío de Nueva York / S. R.
El arte en la vida y la obra de Marcel Proust / Norma Sturniolo
Dos exposiciones sobre Alfred Dreyfus en París / S. R.
Costa-Gavras y su compromiso con la vida / N. S.
El ojo y la mirada
Amos Gitai presentó ‘House’ en Madrid
Las contrafusas y el escenario
Letras y Libros
Helène Cixous, escritora
Zygmunt Bauman, ser judío en el siglo xx
Un hombre sin interioridad
Siempre contra la barbarie / Elvira Lindo
Cartas y cuentos de Irène Némirovsky
Café Kafka
Páginas Centrales
El protectorado francés de Marruecos, refugio inestable para los judíos escapados del nazismo / Jacobo Israel Garzón
Argumentos y Ensayos
¿Hay salida de la trampa palestino-israelí? / Yuval Noah Harari
Los señores de la guerra total en su laberinto / Shlomo Ben Ami
Carta a mi madre sobre el último año de Israel / Etgar Keret
Traduciones y Costumbres
Tradiciones de Shavuot en el Magreb / José Edery Benchluch
Los huesos y las palabras
Historia y Sociedad
Ochenta aniversario del final de la II Guerra Mundial / Guillermo Altares
La vida y el teatro de los judíos de Turquía (y II) / Jacobo Kaufmann
El ‘Atles Català’ de los judíos mallorquines
De lugares y tiempos
Miscelánea
Si Musk hace el saludo nazi...
El Museo Sefardí de Toledo se renueva
Las cosas que pasan
En Portada: Helen Frankenthaler (Nueva York, EEUU, 1928-Darien, EEUU, 2011) expone en el Guggenheim de Bilbao hasta el 28 de septiembre.
RAÍCES último número publicado
Carta del Director
Mientras los misiles persas caen sobre Tel Aviv y el Tsahal dispara a civiles gazatíes en los centro de distribución de comida, recuerdo a Leonard Cohen. El extraordinario cantautor canadiense acompañó a las tropas israelíes en octubre de 1973 mientras repelían la invasión siria y egipcia.
«Aterriza el helicóptero. Los soldados se apresuran a descargarlo entre fuertes corrientes de aire. Está lleno de hombres heridos. Veo sus vendajes y contengo las lágrimas. Son chicos judíos, muriéndose. Y entonces alguien me dice que, en realidad, son heridos egipcios. Y mi alivio me asombra. Lo odio. Odio mi alivio. Esto es imperdonable. Tenemos las manos manchadas de sangre». Así describía en sus cuadernos Leonard Cohen la escena de la que estaba siendo testigo muy cerca del canal de Suez.
Cuando Cohen desembarca en Israel en 1973, tal como lo relata Matti Friedman en su libro Who by Fire (2022), seguramente «ni siquiera sabía que había una guerra» o qué era una guerra, mucho menos cómo podía contribuir en algo. Poco después, escribió en «There is a War» (1974):
You cannot stand what I’ve become,
you much prefer the gentleman I was before.
I was so easy to defeat, I was so easy to control,
I didn’t even know there was a war.Tal vez durante los últimos veinte años muchos quisimos creer que las guerras eran cosa del pasado, que el poderío militar y económico de Israel era un factor de disuasión suficiente. No fue así. No lo sabíamos, pero Israel ya estaba en guerra. En dos frentes: el interno, como se supo súbitamente con el intento de la reforma judicial, y el externo, como se supo el 7 de octubre. Hoy Israel hace la guerra en muchos frentes: Gaza, Cisjordania, Siria, Líbano, Yemen, Irán... Y hemos aprendido que el mundo «no tolera en lo que nos hemos convertido», que prefiere al «caballero que supimos ser antes» (cuando Israel carecía de poder y soberanía), cuando «éramos tan fáciles de derrotar, tan fáciles de controlar». Pues ya no. Ahora, como reza otra canción, esta vez de Bob Dylan, «somos el matón del barrio» («Neighborhood Bully» (1982).
Muchos preferimos otro Israel, aquel del «ejército más moral del mundo», el de los profetas de la Biblia, el país que alumbró el kibutz, un país amable, tolerante y justo. Un país que se ha perdido.